El posicionamiento no cambia quién eres — cambia cómo te ve el mercado.
Y en el instante en que encaja, todo se transforma.
Antes:
Los compradores te comparan.
Los prospectos dudan.
Tus precios parecen negociables.
Explicas más de lo que vendes.
Después:
Los compradores dejan de comparar.
Los prospectos aceleran.
La resistencia al precio desaparece.
Lideras la conversación en lugar de justificarla.
Un mercado que antes te cuestionaba ahora te reconoce al instante.
El buen posicionamiento no añade nada — elimina todo lo que diluía tu valor.